Judíos en México

PAR Elie Benchetrit

Elie Benchetrit

Elie Benchetrit

 

 

 

 

 

 

Alberto Levy Oved

La presencia judía en México data del siglo XVI como resultado de la búsqueda de refugio para aquellas víctimas del proceso de expulsión y erradicación de los judíos de la península ibérica. Se tiene documentado que desde las primeras expediciones del conquistador Hernán Cortés, en 1519, este estuvo acompañado por hombres que recientemente habían cambiado de confesión religiosa. En 1548 se instala en el país la llamada Santa Inquisición que, junto con múltiples ordenamientos restrictivos, buscaba un estricto orden religioso en el virreinato de la Nueva España. A pesar de estas limitaciones, llegaron al país seguidores de la ley mosaica quienes formaron clandestinamente comunidades que seguían en secreto su religión y costumbres ancestrales. Cabe destacar que en 1578 El rey Felipe II de España respaldó a Luis de Carvajal para que se encargase de la conquista del norte del virreinato creando el Nuevo Reino de León. Este hombre se hizo acompañar de nuevos cristianos para lograr su cometido. La inquisición se encargó de demostrar la culpa de Carvajal y de otros como judaizantes y desarticuló varias redes de carácter comunitario judío en el país. Es importante resaltar que el sobrino de este ilustre personaje llamado Luis de Carvajal el Mozo fue quien escribió el primer libro conocido de contenido judío en el continente americano. Esta abominable institución desaparece hasta después de alcanzada la independencia de México dejando registro de un sin número de autos de fe que demuestran una eficiente persecución en tiempos de la colonia española.  Las leyes de libertad religiosa en el país datan de 1860. Sin embargo, los judíos que inmigraron a fínales del siglo XIX y principios del XX se identificaban principalmente con su origen nacional y no con su fe religiosa. Fue hasta 1912 cuando se crea la Sociedad de Beneficencia Alianza

Monte Sinaí, que se construye la primera sinagoga, el primer cementerio y se inician los trabajos de ayuda a los más necesitados. Pocos años después, el sector Askenazi se separó construyendo su propia sinagoga a pocos metros de la primera creando nuevas instituciones que respondieron a lo específico de sus tradiciones. En esa época se creó una nueva Constitución que recogió los valores ideológicos surgidos de la revolución mexicana, conservando el espíritu de libertad religiosa y creando nuevas formas de garantía a la libertad individual. A pesar de los cambios en las políticas de población que se volvieron más restrictivas a la aceptación de nuevos migrantes, continuó el flujo de judíos provenientes de Europa y de la zona oriental del Mediterráneo. Estos fueron recibidos y atendidos por comités comunitarios que los auxiliaron en materia de alojamiento, trabajo y aprendizaje del idioma español, entre otras ayudas. Hacia finales de los años 30, se separan del tronco común los judíos de origen alepino y unos años después los judíos de origen turco balcánico también conformaron una comunidad aparte. Posteriormente, se incorporan otras dos comunidades que, si bien son de origen Askenazí, abandonan la ortodoxia religiosa y conforman instituciones de orden conservador. A partir de ahí, funcionan las 6 comunidades que atienden hasta el día de hoy las diferentes particularidades de origen, religión, tradición y cultura de los judíos de México.
Es importante resaltar la presencia desde hace más de 45 años de la Federación Sefaradí Latinoamericana a través del Comité Mexicano de FeSeLa que está integrado por las tres comunidades de origen oriental y sefaradí que existen en México. Su función básica es conservar la cultura, difundir la historia y participar en los diversos foros internacionales de orden sefaradí, además de accionar en los organismos sionistas más importantes del mundo. La población judía está concentrada básicamente en la Ciudad de México, aunque existen comunidades en otras ciudades del país. Su importancia numérica se ha mantenido constante en alrededor de 45,000 personas. Este número ha estado determinado por el crecimiento natural, menos las emigraciones. Lo relevante son los extremadamente bajos niveles de asimilación, debido entre otras cosas, a un eficiente sistema escolar integrado por 13 instituciones educativas donde asisten más del 90% de los niños. Los valores judaicos, sionistas y de conservación de las tradiciones que ahí se imparten, garantizan la pertenencia comunitaria y son el complemento de una educación de excelencia que permite el acceso a las grandes universidades. Los matrimonios intercomunitarios son cada vez más frecuentes y crean familias enriquecidas con valores judíos de diferentes orígenes. Asimismo, el papel del Comité Central de la Comunidad Judía de México y de Tribuna Israelita que de principio sólo se encargaban de unificar la voz de las comunidades frente al gobierno y la opinión pública, se están encargando de dictar políticas de observancia general. Así tenemos que en 2020 se atendieron temas de seguridad, acción social, análisis estratégico y en forma permanente se otorgo asistencia médica y ayuda para hospitalización por COVID 19.
La comunidad judía mexicana es una de las más bellas del mundo donde se cuenta con un sistema de servicios inigualable dentro de un ambiente de solidaridad y de hermandad.

Alberto Levy Oved
Presidente de Fesela Mexico

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